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Mostrando las entradas de mayo, 2017

Grapes, by maría kril

Grapes My father put purple hearts on the table. The explosion carved just on my mouth the wood, wet by the wine. I was able to hold the bottle that cut my fingers and the tiny seed, again in the bubbles of blood. Uvas Mi padre puso sobre la mesa corazones morados. La explosión tallaba justo en mi boca maderas humedecidas por el vino. Pude sostener esa botella que me cortó los dedos, y en los globos de la sangre volver a ser la pequeña semilla.

"mujeres", por maría kril

MUJERES Me arranqué los siglos, las enaguas. ahora apenas un tul me cubre las caderas. La transparencia invade y cristales rotos y blancos cortan un terciopelo. Hacen tiras finas desiguales que a un mismo ritmo caen al piso. Yo recojo una, solo una, me ato el pelo pero sangra. La soñadora empuja el aire canta detenida por momentos en un puente se sienta recortada con las manos de su voz estremece la ondulación del agua y rebota su imagen hasta el cuello encendido cae escucha en sí misma el fondo de pasión agotado salpica la música.

estela zanlungo

I Swimming I embrace the stream and get into the skin of foam; submerged up to my navel, an old rhythm takes me away. It’s already night on the other side. A man and a woman make a fire and sit down to stare into it. I see them soften just a little flame reddish the bodies weightless. The gurgling water distorts the voices; I hear them saying unmentionable words. I A nado me abrazo a la corriente y entro en la trama de la espuma; una cadencia antigua dispone por mí, voy sumergida desde el vientre. Del otro lado ya es de noche. Una mujer y un hombre hacen fuego y se sientan a mirar. Yo los veo ablandarse mínima llama rojos sin el lastre del cuerpo. El ronronear del agua distorsiona las voces; los oigo decir cosas innombrables.

poemas del libro "yana wayra", por teresa orbegoso

I  Hemos muerto sin luz nuestros hermanos quedan como este gemido que evoca mi violín II   Nuestra voz se sostiene y les responde soy tu otra historia tu hijo tu hermano tu padre y otra vez tú tu verdad en silencio despierta   III Bebo del susto escondido en la tierra los muertos los postergados invisibles muertos y los vivos  ¿también comerán de mi corazón? IV Alguien me nombra es la voz que viene a contarme de los wankas las piedras gigantes Siento en mi corazón la pregunta ¿maymantam chayamunki? (¿de dónde vienes?) V   En silencio el Tahuantinsuyo se hace Las huacas  marchan para destruir este tiempo Wiracocha me cierra los ojos ya nada será hecho con mis manos el temblor de las hojas se mete por mi boca borra la luz de las cosas Padre vuelve entra en mi corazón llénalo de ceniza

pozo, por sergio guerrieri

I Dentro del hambre, hay un animal, cerdo, cordero o sabueso; dentro de su piel  hay un hombre que intenta devorarse a otro. Tu deseo, amor mío, es un mendigo a ambos bordes  de un arroyo, dos extremos sin dignidad  ni apariencia propia. II Dentro del animal hay un sueño, dentro del espejismo traspaso el cristal. Me hago transparente allí y dejo que mires a través. Eso que brilla al otro lado es una realidad, algún tipo de lirio, alguna clase de agua navegable. III Dentro del cristal todo es silencio, y dentro de esa red está la palabra “padre”, la palabra “cordero”, la palabra “digno”. Detrás de una ventana todo lo que puede verse le pertenece al lenguaje. Ese vacío impronunciable aguarda a que llegues. VII Dentro de la noche alguien zarpa por la costa, intenta huir, sin viento, sin rumbo, flotando dentro de su razón; otro lo mira: ése que lo despide es un vacío: un bote, agua, la madeja de piel con la que ya no se cubrirá en el viaje. X De

ayelén rives: dos poemas de "morada"

. IV Raíces al aire, la tierra descuajada. Ella ha tenido la fuerza de voluntad que no hemos podido cultivar nosotras; por el contrario, cuna de los miedos, localización corpórea de lo no posible. Visitar la infancia para demolerla con el hastío. Desembolsar historias siempre incompletas, acovacharse de siesta, comida y vacas, de palmeras con lagunas artificiales, de personas que murieron, personas que engordaron, de lugares a los que sólo cambió la herrumbre, lugares que no están en su sitio, olor a tilo y pesticidas. La historia de manual, esquina y pampa. Acerca de la imposibilidad Todo el tiempo negándose a la puerta, siempre oponiéndose al paso de entrada como si se tratara de una montaña pero, después, es una cortina por correr y ya no hay para qué atravesarla. Deseo. ¿Dónde estuve yendo tantas veces mientras miraba el paisaje a mis espaldas? Tengo un puñado de metáforas instantáneas bajo la lengua. ¿Dónde estuve yendo tantas veces? Miraba e

pinacoteca 21, por silvia makler

PINACOTECA 21 in memorian Amedeo Modigliani Retrato Jeanne Hebuterne 1920 la escena es en París y hay nieve sobre la ventana. La imagen puede contener: una persona, esa mujer está sentada y tiene una mano cruzada sobre el pecho como si fuese una flecha que marca el camino hacia algún palacio deshabitado; también sus ojos están vacíos y todo el frío y la grisura del invierno penetran por esa ventana, pero ella está inmóvil sostenida por la larga sombra de su cuello mientras que un extraño y bellísimo judío de Livorno la desdibuja entera después la desventura   la ventana y ese esbozo trunco que yace en la nieve. CAMPISINO/CIRCA 1912 de las tres figuras nacidas de la mano del artista elijo al carpintero tal vez porque ese rictus  en medio de su boca viene del aire gélido que circunda la dacha o tal vez porque me habla el temblor de sus manos sosteniendo su arma de trabajo mientras un brillo nuevo derrama de sus oj

maría kril, "poemas en el diván"

PRIMER SUEÑO PREMONITORIO Me pide que recuerde. Y yo tengo la vaga escena de un corazón en una jaula. Llamé a mi madre la mañana del domingo y le dije "está muerto". Desperté como si viniera de otro mundo y la imagen ya estaba. Quietito, amarillo en la estrechez de su casa, los ojos, dos puntos sobre los barrotes. Me pide que recuerde más. "Está muerto", le digo. ¿Qué más que la vaga escena con dos corazones en la jaula? TRES DEBAJO DEL TECHITO Esto no es cuento. Pero lo cuento con palabras ligeras para que la imagen no se fije tanto. Los cinco años de un niño no pueden quedar flotando bajo un techo de nieve. Si el padre apuntalara los barrotes y la madre esperara atenta a que el vehículo pase, la hermana podría estar o no, daría lo mismo. A los cinco años la imagen se suspende en todas las palabras desconocidas. Y si no conoce tanto ¿cómo podrá explicarlo? Al desamparo, los tres bajo el techo tiritan de frío como si el que no está hubier

reseña: "ventana lateral", de alejandra aguirre

dos de "soñar con agua", de estela zanlungo

1 En la casa del sueño ya no hay nadie: luz rasante de las siete   que le alisa los patios recién baldeados. Un olor a piel transpirada de los abuelos me devuelve a la hora de la siesta. Cuando digo no hay nadie estoy diciendo que no me abren. 2  El riesgo de saltar la zanja por el lugar más ancho: un hormigueo atraviesa la siesta los ojos encallados en la orilla contraria. El jadeo parejo de la respiración una pausa en el esfuerzo del impulso.     Todo un despliegue de poder para ése que me mira desde enfrente.

la estación del sol oblicuo, estela zanlungo

1 Hecha un nudo en el vientre de mamá, la cabeza atascada, ya  presentía lo esencial de estar sola. Ahora, un látigo atraviesa la curva de la espalda. La lucha, cuerpo a cuerpo, se parece a las siestas del amor. El final de la noche se adhiere a los postigos dos vértebras abajo de la mañana que no llega. Yo alucino con moras que arranco de los árboles para hacer dulce, y con un pueblo sacudiendo sus miguitas de pan sobre la costa amalfitana. Aquí, el silencio de  la casa carga el aire de ruidos irritantes como una radio que sintoniza mal. Y nadie que pregunte querés un té. 2  Un escozor bajo los pliegues de la pollerita; los perros malos de la calle, brilla ese ojo directo a la garganta, el sol haciendo foco en el colmillo lento como una calesita. De pupila a pupila nos enlazamos; él nota ese temblor de flor que se desgaja en mi rodilla, yo  percibo la espuma de  su aliento antes de arquearse. La

metamorfosis de dios, sergio guerrieri

once Lo que se muere no cae fuera del mundo. Anónimo Entramos en la grieta, escribo, mientras ubica su cuerpo: “Dios nos aloja”. Él se alimenta de sí, de mí. La sensación de apetito y muerte… “Aquello en lo que nos convertimos, se nos escapa dentro nuestro”. doce Imaginarme digerido mientras me caza es la restauración de una escena que me obsesiona. La carne deshaciéndose en la carne, eso se llama sacrificio.

poemas de "El cuarto", de maría kril

Poema XIII Casi busco el cuchillo. Ellos, en la otra habitación, parpadeaban. La ceguera es inútil cuando el olfato apunta, cuando el silencio es una bala que aturde en la noche, y estallan los vidrios. El aleteo de los cuerpos ensordece. Revienta una polilla debajo de la almohada. Ellos me invitaron a su  fiesta. Pero la muerte con antifaz buscaba un cadáver en mi mano. Yo sólo era una gota de sangre, perdida. Y no podía permitir que cayera. Poema XVII Un solo animal cuida de mí, pero también enferma. Su respiración tiene un lugar al lado de mi aire. Soy salvaje como sus pupilas y él lame lo que escribo con las manos. Es decir, apareamos un solo secreto. ¿Qué haré con mi aullido y sus palabras, cuando enferme y muera y siga vivo? Poema XXVII El barro en el medio de la noche se derrama sobre los vasos que caen, sobre el perro moribundo, sobre una mancha. El niño no es un niño que da sombra. El hombre es una reja y grita. Aluvión, cascada s