Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas de abril, 2017

alambique, de victoria palacios

Genealogía Debajo de mis piernas voces aturdidas despliegan la enredada madeja del futuro. Una conquista sobre sótanos bauleras desvanes. Secretos tribales de los niños escondidos. Profecías de cristal vengando otros olvidos rotos. Cantos sin pausa para no escuchar si nos venían a buscar. Inasible Cercar el ojo, para descubrir el golpe que viene:        La memoria comete                                       equívocos, los dados. La fragilidad de lo fotografiado sube la prolactina, inverso de la desnudez. La fresia arrojada sobre el cúmulo de desatinos, y una mesa de mimbre vuelta escudo sin saber de la inconsistente inocencia acústica. La frontera es húmeda en apariencia igual a aquellas manchas, oscuras, que preguntan. Cuarcina En los tiernos momentos de castración revuelvo los espejos, violento sus vértices en la continuidad física a mi alcance, y al reflejarme desolada resucito de algo de antifaz Victoria Palacios nació

estela zanlungo: reseñas

Soñar con agua , de Estela Zanlungo, 2014. Por Liliana Lukin    Es preciso tener un fuerte deseo para escribir. Escribir es preciso, y ese deseo en este libro está armado de reminiscencias, voluntades de invención, solidaridades de la palabra con otras realidades, en una construcción que tiene el deliberado vaivén de una ola, concepto que trenza el tiempo y el espacio en una infinita repetición.    Si la cita inicial, de una escritora, contiene casi todas las palabras-clave de este libro, también evoca el título emblemático de otra: Las olas .    Así, de Clarice Lispector a Virginia Woolf va el arco que cubre esta poesía, alimentada, inundada, sedienta, según el juego que Zanlungo elige para representarse, de referencias y citas que la inscriben en una tradición.    Abrir el libro es entrar en las aguas profundas de un pensamiento de mujer, hundirse en sonidos y movimientos que van haciendo subir la marea de ese volumen que llamamos lenguaje. Pero los textos no son mecan

sergio guerrieri: ritual de cacería

Partida Uñas, restos de algún hilo, pelos en la alfombra, migas; ese olor que habita tu casa, esa minúscula podredumbre que batalla oculta son desechos de nuestros cuerpos, restos que ya no aprenderán a vivir.   Divorcio     No es mejor esta sesión de tortura en la que tu cuerpo se vuelve dos: la superficie de carne puede ser una decisión o no, pero lo que se cierra en el círculo es un prisionero. Por eso, en todo esto irreductible, los interrogo a ambos para ponerme a prueba en tu concordancia.   Sadismo     Donde las paredes miden lo mismo que la mesa, y la mesa lo mismo que las tazas del té, donde las pequeñas cucharitas hacen el mismo recorrido que las cortinas; ahí sólo me queda gritar, bajar la mirada hasta el piso, pensar: mi voz se deshace en este sitio que sólo sirve para pisar, ir o venir.
Sobre el libro Perú  de Teresa Orbegoso Por Inés Manzano Como en el resto de su obra y como corolario de la trilogía que  forma con Yana wayra y Mestiza , Perú insiste con la pregunta por la  identidad, pero lo hace desde el dolor de haber perdido el idioma  para responderla. A sangre y fuego, sobre el cuerpo despojado de  los hermanos, el amo que los hizo esclavos planta la bandera de su  lengua, de su cultura, de sus comidas, de sus vestidos. Hay que  coser nuestra bandera rota, dice Teresa Orbegoso. Coser a ella la  memoria de nuestra comida luminosa, nuestros cantos, nuestro  idioma perdido. Todo el libro se estructura como un diálogo entre  dos poemas, dos relatos. Uno íntimo, familiar, privado. Otro: el de la  Historia con mayúscula, el de la épica que conduce a la rebelión. Se  reclama a los padres que nos taparon los ojos, que no respondieron  a la angustia infantil e interrogadora. ¿Qué sabía yo de niña?,  pregunta y se pregunta la poeta. El recuerdo se hace difuso,  ileg

teresa orbegoso: poemarrecital

alejandro castro

I soy la sangre en las venas de un tren mientras todo lo que pasa late a velocidad constante y vuelve sobre sus pasos la inercia se extiende atomizada en el aire una niebla cóncava sobre el cuerpo abandonado temblando de regreso la ciudad resplandece y me pierdo su pátina crepuscular corrige una curva el sueño sacude lo que esconde en superficie da vida en círculos II hoy bebí la leche del recuerdo tu gozo de bailar era la palma de la mano ramas de un instrumento que se movía yo era el viento era el viento y te alcanzaba esa manera en que la tarde se venía encima y nos encerraba una ola de miedo en el manchón descascarado la pared azul de humedad qué bien que danzaban cuatro verduras en la olla yo era el viento era el viento y las pálidas hojitas del paraíso caían hacia nosotros respirando en la oscuridad sobre las bocas saciadas

ale aguirre

-15- de madrugada en la carpa hoy fuimos fiesta: los globos brillan sobre columnas blancas envuelven el techo de gasas y tules  la melodía bordea las mesas y los invitados  suenan las voces dulces mientras los chicos chillan y corren  nosotros devoramos confites dulces con celofán y vino no hay fotos son cuadros simplemente   anillos dorados    en relieve sobre el masapán blanco     cubierto de rosas ellos no llegaron   la espera se prolonga estamos preparados: él quitó el plástico y la naftalina del traje ajustó sus mangas con un preciso plegue   sostenido ella sacudió el vestido esta tarde   recogió su pelo bajo llave y dibujó flores grises sobre los dedos -18- a veces me pregunto por qué sigo durmiendo a la intemperie pasó la fiesta y aún sigo fijada a preguntas que nadie sabe en este tendal sólo unos metros cuentan     nos aísla la bruma blanca y quieta     por qué Dios sigo con esta pátina cubriendo toda elasticidad mis párpa

silvia makler

PROYECTO VOYEUR Una mirada desde una alcantarilla puede ser una visión del mundo Alejandra Pizarnik Penetrar con el ojo-cámara en la zona umbría y alumbrar el sentido de la escena que deslumbra con esa sombra construir las palabras ¿qué sino la escritura revela la escritura? LO NUTRICIO Abrir un libro en su parte final y apoyarlo contra el pecho como haría una mujer que amamanta a un niño gota a gota ese alimento va a deshacerme con su pequeña muerte y después solo esto: ser otra ser la que fui mientras el filo de las palabras desentierra la infancia GÉNESIS Una única escena: estar trepada siempre a ese jardín que se adhiere a mis manos la manzana brillando al sol del papel no hay nada más que ese ritual no hay nada más es esa la marca que me hiere y es esa la armadura

sergio guerrieri

RIT UAL DE CACERÍA Sergio Guerrieri demuestra en su último trabajo por qué es considerado una de las voces nuevas más frescas, lúcidas y renovadoras de la poesía nacional. Como dice Ana María Shua, en los poemas de este autor “las imágenes se transforman en sombras inquietantes que figuran una compleja metapoética: superficies, silencios, símiles”. Una voz que configura la unidad del mundo y, al mismo tiempo, su encantadora e inquietante distorsión. http://www.eldia.com/nota/2015-11-15-novedades

estela zanlungo

La decisión de zambullirnos destella sobre el agua; los dos de pie en la orilla: una cuerda de la que nunca terminamos de tirar como cuando en un punto ligero de la danza la mano hace resina sobre el hombro desnudo. Silenciada la idea de nombrarlo me abandono a la noche y su virtud de poner negro sobre blanco. No hay mordaza para el don de esta lengua en el idioma dormir.

and the winner is

VIERNES, 2 DE MAYO DE 2014 VISTO Y LEIDO Sudor y jugos Un largo poema que transita la liquidez sin perder profundidad: Soñar con agua, de Estela Zanlungo.  Por Daniel Gigena En 2012, Estela Zanlungo (Temperley, 1958) obtuvo el primer premio del Fondo Nacional de las Artes en el rubro poesía, otorgado por un jurado que integraban Arturo Carrera, Tamara Kamenszain y Damián Ríos. Incluso para la autora fue una sorpresa (pidió que la pellizcaran cuando le avisaron que había ganado el premio); su obra previa consistía en textos publicados en blogs, revistas y antologías. Pero Soñar con agua, largo poema dividido en cuatro secciones que protagoniza una mujer adulta y sola, borda con destreza una presencia intangible y a la vez definida: “Un encaje/ la virtud de ese hilo/ fascinado por lo que aún no es”. La aguja –la escritura de Zanlungo– se toma su tiempo para circunscribir escenarios (barrios, casas, dormitorios, camas), personajes ausentes o lejanos y una líri

estela zanlungo

En la ola del sueño alguien me está buscando: un desesperado abrir de puertas todas a la nada. El aliento contenido, la presa, sobre la nuca un animal enfermo guidado por su olfato. Flamea suave el ruedo de mi vestido clavada a la pared de la cornisa.

ayelén rives: videopoema

sergio guerrieri

LA DANZA: 1 Te levantás del sillón, estirás la mano. Acepto tomarte los hombros, apoyar mi cabeza allí, cerrar los ojos. Tu cuerpo es un talismán, A veces el deseo puede no traducirse en palabras. Nuestra danza es el secreto: silencio del deseo migrando hacia otro lenguaje. LA DANZA: 3 Acerco aún más la cara a tu cuello. Ha comenzado a darme hambre ese olor a café. Llevo la mano hasta tu nuca. Inspiro. Esa es la palabra por la que el hambre se vuelve lenguaje: "inspiro". El vapor resuena y todo lo que deseo está en el aire: el pan tostado, la mañana, todo está en el aire.

gravedad, por sergio guerrieri

gravedad Con la mano levantada señalabas algo oscuro que manchaba el techo. Hice una arandela negra con la humedad y lo coloqué en tu dedo. Casado con las cosas esenciales, me aseguro de que nada caiga por sus propios medios.

teresa orbegoso

I La parihuana vuela alrededor de mi corazón. Como un ave de rapiña da vueltas y vueltas en círculos. Lo rojo ha sido extirpado de sus alas. En su graznido la palabra perdón. ¿Por qué amar el emblema? ¿Por qué cantar el himno? ¿Por qué dejar que cosan sobre nuestra piel sus imágenes? ¿Dónde la niña que le sonreía a todo? Juan Gonzalo Rose gritando: ¡devolvedme mi escuela de palomas! ¡Mi país sin mendigos! El danzante de tijeras baila sin música y sin sentido. Victoria Santa Cruz alisa sus cabellos, no sabe cantar, no piensa. Manuel Scorza sentencia: ¡matemos la tristeza que tanto hemos amado! II Durante siete días Arguedas camina de espaldas al Sinakara, lleva veinte kilos de hielo sobre los hombros. Va a su pacarina, como si fuera la verdad. Apu, dice. Apu y lo nombra. Apu, se arrodilla y reza. La montaña está adentro como una caverna, silenciosa y llena. No hay temor, sólo encuentro en la desaparición. No hay ofrenda, sólo espíritu. L

ayelén rives

V ¿Qué hago yo? Silencio en el campo si el viento no sopla. Miro esas flores blandas y sus raicillas, pruebo el pasto duro de comer, rasco la corteza del sauce llorón y su savia resinosa se pega a mi piel. Yo no estoy hecha del mismo material. Ellas tienen su razón de ser: las vacas se alimentan del pasto y de las flores, nosotros comemos nuestras vacas. El color de la mañana, ellas lo dictan; después de la nieve también florecen. ¿Qué hago yo? Me acomodo sobre las hierbas tiernas que desbordan entre las piedras y el arroyo. Abrazada a las rodillas, evito mirar el valle poblado que se abre al otro lado del agua. ¿De qué estoy hecha? Un agujero en el estómago.

aye rives

ubicuidad pienso dónde me dará alcance el cuerpo dónde encontraré mis piezas reconciliadas convivientes aunque fuera unos segundos suficientes para hacerme insistir pero siempre allí la piedra lo desconocido lo sobreconocido la necesidad de huir tan presente siempre tan fuera de lugar mirando desde fuera mi propio cuerpo que se esfuerza por ser parte tomar parte formar parte de otros con otros de un espacio que nunca se vuelve del todo habitable.

maría kril

Todo se parte se chupa hacia adentro los laterales del corazón la primera luna sobre los peces se desmorona callado el sufrimiento el alimento de la boca abierta y pide auxilio el que cuelga de las débiles riendas las sogas esperando el cuello tenaz abran la puerta no si afuera llueve y el barro tapa la copa de los árboles se aligeran los pasos las marcas que también imploran el nuevo camino las piedras que aúllan sobre esa alfombra de huesos vuelvo a verlos en la persecución de la noche negra todo se agrieta el súbito minuto que declina la boca abierta como pozo gigante que atrae el eco del grito que suspende al soberano que ha dicho yo soy el oro del sol ahora y en la hora de tu muerte.